
…si de lo que se trata es de hablar del asesinato de alguien que, al fin y al cabo, no ha muerto nunca para millones de personas. El Ché vive, igual que vive Jesús para los creyentes y Elvis para sus fans acérrimos. Habita en ese increíble lugar de nuestro cerebro que almacena los ‘ejemplos de’. Un sitio abandonado en muchas mentes, recurrente en otras, mil veces visitado a destiempo y un millón mal entendido. Pero ahí está.
Lo escribía esta mañana en un comentario en el blog de Daniel.
«El Ché, más allá de camisetas y mamonadas, tiene un valor incalculable. La historia de su vida, y, sobre todo, su manera de entender la justicia social, es un espejo donde un adolescente se mira y despierta su consciencia política. El Ché ha sido el primer peldaño que han subido millones de personas en su construcción ideológica: después han subido muchos más, llegando a varias alturas y a puerta izquierda y también derecha, pero el argentino tiene el valor y la magia de todo aquello que es iniciador en la vida, como la teta materna. Su historia a mi me quitó la virginidad ideológica cuando aún era casi un niño.»
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