¿No estaremos viviendo en un sueño? ¿No nos estaremos reconfortando unos a otros? ¿Qué piensa sobre la blogosfera la gente ajena a ella? No me refiero a mi abuela ni al pastor de los pirineos. Me refiero a gente universitaria o licenciados/as. Gente que se conecta a Internet a diario. Gente con inquietudes. Hablo incluso de muchos periodistas.
El siguiente texto ha sido escrito por una de estas personas. Aunque es un poquito largo, creo que merece la pena leerlo y pensar un poco. Ella es licenciada en periodismo desde hace 2 años, consulta la Red casi todos los días, le gusta leer y tiene inquietudes. Y así es como ve, desde fuera, este mundo al que dedicamos tanto tiempo y esfuerzo:
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Todo vuelve a repetirse. Estoy pensando en los científicos que postulan la teoría del «Big Bang». Todo comenzó con una gran explosión y desde entonces el universo se expande hasta llegar a un punto en que comienza a contraerse hasta alcanzar tal densidad que explota y hace que vuelva a expandirse otra vez.
Estoy pensando en economistas que postulan los ciclos «K», los ciclos largos y cortos, las cumbres y caídas económicas cíclicas. Y sigo pensando. Ha surgido un nuevo tipo de periodismo, el periodismo ciudadano. Y a pesar de la novedad, a mi me recuerda a algo que ya conozco. Me refiero al periodismo del siglo XVIII y parte del XIX, a Larra y a contemporáneos y antecesores suyos. A un tiempo en que los receptores de la información eran a la vez los informadores y, otras muchas veces también, los prescriptores. Prosumers que dirían algunos hoy en día.
(Sigue–>)
Se estimaba que para que un periódico fuera rentable debía tener al menos unos 300 suscriptores. Una cifra que suena ridícula hoy en día. Pero se ha de estimar que un periódico tenía muchos menos gastos que en la actualidad. Para empezar, su director solía ser un único redactor, aunque en ocasiones contaba con colaboradores. El director-redactor de este periódico tenía que estar, necesariamente, muy bien informado, y este es el motivo de que la mayoría de periódicos viesen la luz en la Corte.
También necesariamente, tenía que tener una opinión muy bien formada, ser educado, culto, poseer conocimientos… por lo que el círculo se cerraba aún un poquito más y pasaba a convertirse en una actividad elitista. Era una órbita cerrada en la que todos se conocían y donde se leían unos a otros, se emitían críticas personales que daban lugar a respuestas… y de vez en cuando se ampliaba un poco gracias a las tertulias que se celebraban alrededor de algunas de estas notas informativas y que dejaban entrar a personas que no necesariamente pertenecían a un ambiente tan escogido.
Lo que viene después es bien conocido. Tras varios pasos intermedios se llegó al periódico de penique e incluso a los mass media actuales. Todo lo anterior con respecto a ese protoperiodismo, si se me permite denominarlo así, me recuerda excepcionalmente al fenómeno que está teniendo lugar justo ahora mismo.
El desarrollo de las nuevas tecnologías de la información, y en concreto de Internet ha dado lugar en los últimos años al fenómeno de los periodistas ciudadanos, los blogs y las comunidades de todo tipo que hay diseminadas en el ciberespacio. Para sus integrantes se muestra como un todo compacto, eliminadas las barreras de espacio y tiempo, pues supone la interconexión de todos los puntos del planeta de una manera inmediata, simultánea, instantánea.
Pero no deja de ser un círculo elitista, pues todos conocemos a personas que aún hoy no adivinan el significado de la palabra «blog». Y también, considerando las dificultades de acceso tecnológico de una buena parte de la sociedad, que no son precisamente una minoría. A la vez, aquellos usuarios son consumidores y creadores de todo tipo de contenidos, de información. Y por supuesto, todos ellos son prescriptores los unos de los otros. Todos conocen quién es quién. Pero como hemos visto en la historia anterior, sabemos como va a evolucionar. La historia se repite, y de esos usuarios que ahora tienen al cachorro en sus manos, depende que no se cometan sus mismas perversiones. Tienen una ventaja, ya conocen los errores.
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